martes, 29 de octubre de 2013

Asistir a un Caracas-Magallanes es una odisea

Para muchos fanáticos un Caracas-Magallanes es una pasión exacerbada que permite tomar cualquier tipo de decisión osada, sólo por obtener un boleto para ver uno de los clásicos deportivos más importantes del país.
Ambos conjuntos se miden a partir de las 7:30 de la noche en el estadio de la UCV de Caracas, circunstancia que llevó a muchos apasionados a acudir a las adyacencias del coso de Los Chaguaramos desde ayer en la noche, quedándose a dormir en las aceras, sólo por obtener dos boletos (cantidad permitida a la venta por persona). “Estoy desde las 7:00 de la noche. Todo el mundo ha hecho su cola normal y la policía ha estado custodiándonos”, dijo Miguel Ojeda, un fanático del beisbol.
Desde las cinco de la tarde de ayer, ya unos cuantos aficionados empezaron a rodear la Plaza de Las Tres Gracias, formando una fila y acompañados de cartones, sábanas, juegos de mesa y alimentos para ingerir. “Es primera vez que me quedo a dormir un día antes, pero eso lo hace uno sólo para ver un jueguito Caracas-Magallanes”, dijoManuel Sánchez, otro aficionado.
Ver un juego entre Navegantes del Magallanes y Leones del Caracas, en cualquiera de los escenarios, bien sea en Caracas o Valencia, se ha convertido en un lujo para algunos, hay quienes alegan que ni haciendo sacrificios puedenobtener un boleto para ver a sus equipos preferidos, y solo tienen que abocarse a la reventa. “No apoyo la reventa porque para eso es que uno viene hace su cola, para evitar a esa gente, pero al final uno no sabe si consigue entrada o no”, dijo Cruz Acosta, “fanático a muerte” de los Leones del Caracas.
Anuque algunas personas manifestaron ciertas irregularidades en la que están involucradas revendedores y la Policía Nacional, la organización en la cola de los propios aficionados fue un punto digno a resaltar. “Estoy desde las 7:00 de la noche. Todo el mundo ha hecho su cola normal y la policía ha estado custodiándonos”, soltó Miguel Ojeda, uno de los tantos individuos que se encontraban haciendo la cola.
La hermandad del venezolano
Hacer una cola por más de doce horas, da para todo. Hay quienes aprovechaban la situación para jugar cartas, dormir o leer periódico, mientras otros se dedican a entablar conversaciones de pelota. “Ver a Vizquel nuevamente es la fiebre que nos mantiene aquí de pie”, le susurró un fanático a otro mientras observaban en el Diario Meridiano la noticia de que el criollo se unirá hoy a la manada como coach.
Algunos, más astutos, aprovechan la situación para rubricarse vendiendo alimentos, bebidas, cartones (para dormir o taparse del sol) y alquilar banquitos durante la cola. “Yo me preparo cuando es un juego así y vendo arepas, uno siempre debe rebuscarse”, indicó entre risas Magaly Castañeda.
Rechazan la reventa
A pesar de que en primera instancia todo se llevó con total normalidad, varios asistentes manifestaron su malestar sobre varias irregularidades. “Estoy desde las diez de la noche. La policía hace sus negocios y hemos visto como pasaban a otras personas para más adelante en la cola, eso no es justo porque uno también es fanaticada y merece respeto, ellos deben dar el ejemplo”, alegó Jesús Álvarez.
Dicha situación generó suspicacia cuando un efectivo de la Policía Nacional sacó al equipo de prensa del Diario Meridiano, cuando sólo realizábamos el trabajo periodístico. “Estoy desde la siete de la noche y te soy sincero, aquí lo que hay es pura mafia. En realidad estamos haciendo la cola es por hacer bulto. Si tú no tienes dinero no puedes ver un juego Caracas-Magallanes, la afición siempre quiere ver un juego así, disfrutarlo, pero eso se hace imposible cuando te venden un puesto en la cola o un cartón para tu dormir”, manifestó Yosmer Quevedo, uno de los tantos aficionados que manifestó su malestar.
A pesar de que muchos si consiguen su objetivo, pese a las odiseas que frecuentan cuando deciden comprar un boleto; asistir a un Caracas-Magallanes se ha vuelto todo un evento desafortunado, al que sólo quienes corren con suerte pueden alcanzar la máxima meta. /Juan Carlos Villamizar

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