jueves, 27 de marzo de 2014

La conexión magallanera de los Tigres

Clemente Alvarez
Ocho ex integrantes de la nave han sido contratados o están en tratos para formar la plana mayor de Aragua. ¿Qué significa eso? ¿Qué papel está llamado a cumplir cada uno de ellos?

¿Qué tienen en común Carlos Guillén, Álvaro Espinoza, Clemente Álvarez, Raúl Chávez, Roberto Espinoza, Juan Francisco Castillo, Alejandro Freire y Luis Sojo?

Todos son amigos cercanos, ciertamente.

Todos han sido protagonistas directos o referenciales del proceso que conduce al diseño de un nuevo alto mando de los Tigres.

Todos pertenecieron alguna vez al Magallanes.

Una parte de la afición tigrera sigue con cejas alzadas el hilo noticioso, que con frecuencia casi horaria ofrece alguna novedad sobre los bengalíes, el equipo más citado por los medios venezolanos en las pasadas dos semanas.


Esta remezón, que llevó a la salida del presidente y gerente general Rafael Rodríguez Rendón y de su tren ejecutivo, todavía no deja ver claramente en lontananza, debido a la polvareda.

¿Van bien los felinos? Más allá de lo decidido por los tribunales, ¿es correcto el camino emprendido por Guillén, en lo deportivo?

Lo primero es ubicar en su justa medida esa conexión magallanera con que algunos relacionan el proceso de rediseño de los centrales.

Sí, los ocho citados al comienzo defendieron a los Navegantes durante muchas temporadas, salvo Sojo, que únicamente fue refuerzo en Serie del Caribe, luego coach por una campaña y media, y finalmente manager en la fracción de dos campeonatos.

Pero el tener, todos ellos, un pasado más o menos claro con los turcos no pasa de ser una coincidencia. Pese a los fantasmas que algunos ven en los anuncios conocidos desde el viernes 14, más los une y más importa su relación personal (y laboral) con Guillén, el hombre que ahora toma las decisiones en Maracay.

Álvaro Espinoza era un candidato a manager como otros, con sus defectos y virtudes. Tiene una sólida amistad con su ex colega, porque fue precisamente quien le enseñó los secretos de la profesión, cuando el segundo daba sus primeros pasos en nuestra pelota y el primero era figura indiscutible de los cabrialenses.

Tener a Roberto Espinoza en el staff de coaches es un deseo lógico por parte de su hermano. Pero no es mero nepotismo. Recordemos que se trata del instructor de lanzadores del vigente bicampeón de la LVBP, nada menos. Algo bien debe haber hecho este antiguo receptor y monticulista para ayudar a que eso ocurriera.

Chávez y Álvarez trabajan con Guillén en la academia que éste tiene en el centro del país. Quiere decir que, camaradería aparte, le han mostrado al presidente de los Tigres lo que pueden hacer al tratar con jóvenes peloteros.

Y Sojo, más allá de su salida del Magallanes por la puerta trasera, tiene casi 10 años de experiencia como manager en las menores, ha sido tres veces piloto de la selección nacional en el Clásico Mundial y ayudó en la conquista del bicampeonato de los azules. Es lógico que ahora o en un futuro alguien vuelva a pensar en él, bien como coach de banca, que es este el caso, o como estratega, que eso algún día llegará.

Así que no hay algo de qué sospechar ni teoría de la conspiración aplicable aquí. Incluso, David Concepción puede ser corresponsable de este proceso, pues su estrecha relación con Álvaro Espinoza ayudó, seguramente, a cimentar la opción de este, quien fue su alumno en los tiempos en que el ex torpedero trataba de emular los pasos del Rey David con los Tigres y en las mayores.

Mención aparte merecen Castillo y Freire, antiguos peloteros de los Navegantes, sí, e incluso gerente deportivo de la nave, el primero.

Carlos Guillen
Puede que Guillén haya pensado en ellos debido al vínculo entre todos, pero Castillo es un caso similar al de Sojo como piloto: tarde o temprano iban a ofrecerle una gerencia, como de hecho ya estuvo cerca de vincularse al Caracas para la 2013-2014.

La idea es que ambos lleven el cargo con similares responsabilidades y tareas, aunque por organigrama deban tener cargos nominalmente diferentes.

Los dos trabajan en el sistema de desarrollo de peloteros de los Rays de Tampa Bay, lo cual es un aval: se trata de una de las organizaciones con mejor método hoy en las grandes ligas.

Al escribir estas líneas, los floridanos no habían dado su aval y tanto Castillo como Freire seguían sin decidir su incorporación al proyecto. Pero no estarían allí por amiguismo, sino porque potencialmente deberían ser capaces de hacer un buen trabajo, siempre y cuando no desmantelen lo que ya tiene Aragua, una de las organizaciones con más y mejores talentos jóvenes, gracias al trabajo liderado por el Chalao Méndez, figura referencial en la divisa rayada.

La verdadera duda está en la inexperiencia del nuevo piloto, lo que supone una tarea adicional para Guillén, a fin de dotarle de los insumos que compensen los hechos: Álvaro sólo dirigió algunas semanas en la LVBP y fue dado de baja; ha estado desvinculado del beisbol activo, tras su salida de los Piratas de Pittsburgh; y en el norte suelen preferir, por muchas razones, que los dirigentes del Caribe tengan lazos con la pelota organizada.

¿Está listo Espinoza para el reto? ¿Sería Sojo su consejero o sería más bien un plan B, como lo fue en el Magallanes?

Sólo el tiempo lo dirá. Pero a un hombre de beisbol tan apasionado como Álvaro, que ha vivido con inocultable emoción este camino de regreso a la liga local, no queda sino desearle suerte en el intento. /Ignacio Serrano

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