Por: Alfredo Villasmil
A las nuevas generaciones, aquellas que han crecido con el empuje de Derek Jeter, Pedro Martínez, Bob Abreu, Magglio Ordóñez y de allí en adelante quizá no se han percatado de la presencia dentro del Magallanes de uno de los slugger más peligrosos que tuvo la Liga Nacional en los años 80. Es el coach de bateo de los turcos en esta temporada 2015-2016, León Durham.
En inglés su nombre se pronuncia Líon, por eso la grafía castellana no van con la tilde.
Entre 1981 y 1988, el mencionado bateador era el jonronero de los Cachorros de Chicago. Inclusive, en 1984 estuvo entre los votados para el premio JMV de la Nacional, luego de finalizar con 23 jonrones y 96 remolcadas, aunado a un average de .269 y un OBP de .369. “Nunca le paré a los números, en realidad”, dijo el ahora instructor de bateo. “Lo mío era darle a la pelota, entregarme de lleno al equipo y tratar de ganar”.
Su experiencia como maestro de bateadores se hace sentir dentro del equipo. Antes de los partidos se lleva a los toleteros a un lado y les enseña cómo mover el bate, cómo darle con la maceta del mismo, cómo extender los brazos, cómo mover la cintura en esos casos.
“Estoy aquí junto con Richard (Hidalgo) enseñando a los bateadores”, comenta. “Hasta ahora me ha ido muy bien. Él conoce mucho cómo es la cosa en esta liga así que nos apoyamos el uno al otro. Estoy muy feliz con este trabajo, con todo lo que ha pasado. Quiero ayudar al equipo a ganar. Quiero que juguemos buen beisbol. Ahorita tenemos un buen equipo y se pondrá mejor”.
Lo mejor para aprender es tener un buen maestro. Pero si se tienen dos buenos es mejor. Hasta ahora eso no se ha traducido en average, pero confían en que las cosas mejorarán. “Tanto Richard como yo hemos puesto nuestras filosofías de bateo juntas”, exclama. “Ambos estamos en la misma página. Mi tarea aquí es que estos muchachos hacen lo hacen y mejores cada día más. Queremos que sean capaces de hacer cosas buenas con el madera y que crean en Richard y en mí”.
En la era de Durham, cuando el video no se había desarrollado, los esteroides no aparecían en escena y un toletero con 36 jonrones era líder del departamento, las cosas eran más complicadas. Había inclusive salarios más bajos. ¿Qué cambió en la pelota? La pregunta lo hace tomar aire, pero no tiene miedo en responder.
“El béisbol es hoy en día ha cambiado, en algunas cosas”, sostiene. “Muchos de los que ahora dirigen en las oficinas nunca en su vida jugaron pelota. Se centran en lo que ven en una computadora, se sientan detrás de un escritorio y toman decisiones basados en números. Así es como el negocio se maneja actualmente”.
Actualmente es el coach de bateo de los Gallinazos de Toledo en la Liga Internacional, categoría triple A. Allí ha hecho un buen trabajo con los jugadores. “Soy de la vieja escuela”, declara. “Creo que para entender mejor el juego debes bajar aquí y ensuciarte los pies y enseñarle a los peloteros a jugar esto de manera correcta. Soy de la vieja escuela y cuando eres de la vieja escuela sabes las cosas que tienes que hacer”.
A las nuevas generaciones, aquellas que han crecido con el empuje de Derek Jeter, Pedro Martínez, Bob Abreu, Magglio Ordóñez y de allí en adelante quizá no se han percatado de la presencia dentro del Magallanes de uno de los slugger más peligrosos que tuvo la Liga Nacional en los años 80. Es el coach de bateo de los turcos en esta temporada 2015-2016, León Durham.
En inglés su nombre se pronuncia Líon, por eso la grafía castellana no van con la tilde.
Entre 1981 y 1988, el mencionado bateador era el jonronero de los Cachorros de Chicago. Inclusive, en 1984 estuvo entre los votados para el premio JMV de la Nacional, luego de finalizar con 23 jonrones y 96 remolcadas, aunado a un average de .269 y un OBP de .369. “Nunca le paré a los números, en realidad”, dijo el ahora instructor de bateo. “Lo mío era darle a la pelota, entregarme de lleno al equipo y tratar de ganar”.
Su experiencia como maestro de bateadores se hace sentir dentro del equipo. Antes de los partidos se lleva a los toleteros a un lado y les enseña cómo mover el bate, cómo darle con la maceta del mismo, cómo extender los brazos, cómo mover la cintura en esos casos.
“Estoy aquí junto con Richard (Hidalgo) enseñando a los bateadores”, comenta. “Hasta ahora me ha ido muy bien. Él conoce mucho cómo es la cosa en esta liga así que nos apoyamos el uno al otro. Estoy muy feliz con este trabajo, con todo lo que ha pasado. Quiero ayudar al equipo a ganar. Quiero que juguemos buen beisbol. Ahorita tenemos un buen equipo y se pondrá mejor”.
Lo mejor para aprender es tener un buen maestro. Pero si se tienen dos buenos es mejor. Hasta ahora eso no se ha traducido en average, pero confían en que las cosas mejorarán. “Tanto Richard como yo hemos puesto nuestras filosofías de bateo juntas”, exclama. “Ambos estamos en la misma página. Mi tarea aquí es que estos muchachos hacen lo hacen y mejores cada día más. Queremos que sean capaces de hacer cosas buenas con el madera y que crean en Richard y en mí”.
En la era de Durham, cuando el video no se había desarrollado, los esteroides no aparecían en escena y un toletero con 36 jonrones era líder del departamento, las cosas eran más complicadas. Había inclusive salarios más bajos. ¿Qué cambió en la pelota? La pregunta lo hace tomar aire, pero no tiene miedo en responder.
“El béisbol es hoy en día ha cambiado, en algunas cosas”, sostiene. “Muchos de los que ahora dirigen en las oficinas nunca en su vida jugaron pelota. Se centran en lo que ven en una computadora, se sientan detrás de un escritorio y toman decisiones basados en números. Así es como el negocio se maneja actualmente”.
Actualmente es el coach de bateo de los Gallinazos de Toledo en la Liga Internacional, categoría triple A. Allí ha hecho un buen trabajo con los jugadores. “Soy de la vieja escuela”, declara. “Creo que para entender mejor el juego debes bajar aquí y ensuciarte los pies y enseñarle a los peloteros a jugar esto de manera correcta. Soy de la vieja escuela y cuando eres de la vieja escuela sabes las cosas que tienes que hacer”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario